Nos han convencido de que tenemos que tener una relación para estar de alguna manera “completos”. Cuando somos jóvenes, y empezamos a tener “edad de merecer” como decimos en México, empiezan las preguntas incesantes, de “y ¿novio para cuándo?” después, en cuanto consigues uno (o una) empiezan las de “y ¿la boda?”

Las estadísticas a nivel mundial son apabullantes.  Hay países que tienen hasta 71% de divorcios (Bélgica, para los curiosos) y cada día son más los que eligen mejor ni meterse ahí, permaneciendo solteros, en todo el mundo.   Y sin embargo, seguimos intentándolo. Las películas, los programas de tele nos enseñan y nos entrenan a que busquemos la felicidad en el otro.

¿Qué tal si lo que está mal no somos nosotros (seguramente tú no, sólo yo he pensado: “algo está mal conmigo, por eso elijo mal y no me dura el amor”), sino lo que requiere un cambio es el lugar desde donde estamos considerando esto del amor?

La relación es un negocio, que requiere inversión. ¿Cómo puedes tener una relación que contribuya a tu vida? Y no solo en las relaciones amorosas, sino en todo tipo de interacciones con los demás.

Te imaginas despertar cada día diciendo: “Vaya, estoy en esta relación. Ahora puedo crear algo que antes no podía, sólo por esta persona.

Algunas preguntas para  realmente saber si quieres una relación, para crear tu relación y  para saber que es hora de cambiar algo:

  1. ¿Se divierten? Si no se están divirtiendo, ¿por qué estás ahí? Porque no tienes que tener una relación. No es una necesidad, es una elección. Si no te diviertes, investiga qué puedes cambiar y pregunta ante cada situación, ¿qué está creando esto en mi vida? algo superior, o algo inferior. Si no agrega nada, ¿de verdad la deseas?Si no tuvieras que pensar en lo que te van a decir los demás, ¿qué elegirías?.
  2. ¿Estás ahí para tu pareja?Cuando pasan por algo, ¿estás ahí para ellos? ¿Estás dispuesto a estar ahí  para ti también?  Estar ahí significa que sabes que pueden ser geniales y también pueden ser horriblemente dramáticos, y siempre salen de esos momentos.
  3. ¿Agradeces? Ve donde agradeces ser quien eres. Ve lo que agradeces del otro. Los elegiste por algo. Busca cada día tres cosas al menos que agradezcas de ti y del otro, y ponlas por escrito. Y ve los cambios que se dan en la dinámica entre ustedes.
  4. ¿Esperas algo? Cuando esperas algo que el otro “debería” ser, instantáneamente deben demostrar que no lo son. ¿O a ti te gusta que te digan lo que deberías ser y hacer? Qué tal si les pudieras dar el espacio de ser quienes son y te dieras cuenta que cada día son diferentes? Y si quien es el otro no te gusta, ¿qué haces ahí?
  5. ¿Prefieres tener la razón a ser feliz? Y si estuvieras dispuesto a decirles “tú tienes razón, yo estoy equivocado” en vez de necesitar demostrar que tú estás siempre bien (y por tanto ellos tienen que estar mal), ¿cómo cambiaría todo lo que no te gusta de tu relación?
  6. ¿Le dices todo lo que piensas? Yo he descubierto que “decir mi verdad” es básicamente pensar que porque yo pienso algo, ellos tienen que obedecerme o cambiar su opinión. ¿Y si eligieras callarte y darles espacio?Antes de decir algo que consideras necesario, pregúntate: “¿esto va a contribuir a lo que deseo crear o lo va a destruir?” Tú sabes la respuesta. Y no digo que no hables de los temas importantes, pero ¿qué tal si le haces preguntas en vez de dictarle fórmulas? La diferencia entre “deberías adelgazar” y ¿te sientes bien? cuando te cuentan que se cansaron caminando hoy puede cambiar totalmente la interacción de toda una tarde.

SI no tienes pareja, considera si realmente tú quieres pareja, o lo haces porque te inviten a las reuniones de amigos casados o para darle gusto a tu mamá (o papá, o abuelos, etc.) Si sí eres tú quien desea una, haz una lista de todos los atributos que quieres y también de los que NO quieres en una pareja. Después lee cada uno de ellos y ve si es tuyo o de alguien más (por ejemplo, de las telenovelas o del cuento rosa que leíste cuando tenías 15). Y después empieza a preguntarte quién tiene esas características. Y algo bien importante, ¿qué tienes tú que ofrecerle? Haz tu lista, y ve cuáles son las características que te hacen a ti una potencial pareja genial. No te juzgues, al contrario, date cuenta. Muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de lo que somos.  Y como dicen en mi pueblo, el que no enseña, no vende…